Viajar con la imaginación

por Olivia Oporto

Un buen amigo mío vivía confinado en un cuerpo que lo tenía prisionero. Pienso mucho en él estos días, cuando nosotros estamos confinados en nuestras casas. Recuerdo nuestras conversaciones, mientras observando por la ventana el trocito de mundo que contemplaba desde el interior de su habitación, me explicaba cómo sobrellevaba el lento paso del tiempo.

Mi amigo era una persona viajada, un buen viajero; de los que exploraba, recorría, experimentaba, y no se limitaba a encadenar destino tras destino, si no que vivía intensamente cada localidad integrándose entre los lugareños y adquiriendo como propias sus costumbres durante el tiempo que duraba la estancia.

Recuerdo un día en que me decía que una de las experiencias que más había disfrutado eran las inmersiones en el mar Rojo; adoraba bucear, le apasionaba el mar, y viajaba con la imaginación hasta lejanos destinos para volver a sentir el olor inconfundible del agua salada.

Entrecerrando los ojos compartía conmigo los paisajes marinos que había admirado buceando por las aguas más hermosas que había visto nunca, me describía la fauna y la flora submarina como si la estuviera viendo en aquel momento, los vivos colores de los peces de todas las especies y los infinitos jardines de coral en los que uno se hubiera quedado durante horas extasiado por su belleza.

Unos días íbamos a bucear con la imaginación, otras veces viajábamos hasta las cumbres más empinadas para bajar esquiando sintiendo el frio en la piel, en ocasiones habíamos viajado en velero hasta alguna pequeña isla en la costa de Cerdeña, o nos habíamos perdido contemplando cuadros en la gigantesca inmensidad del Museo del Prado.

Su cuerpo prisionero le había obligado a desarrollar una fuerza mental que nunca más he visto en otra persona. La imaginación, su mejor aliada, le acompañó durante el largo camino que tuvo que vivir en la inmovilidad, y a mí me enseñó de lo que es capaz el ser humano en su afán de superación.

De manera sorprendente, y casi de un día para otro, en muchos lugares del mundo nos hemos visto obligados a dar la vuelta a la vida y a quedarnos encerrados en casa para luchar contra la expansión de un virus letal al que hay que frenar como sea. Cada uno lo sufre a su manera, cada encierro tiene una historia detrás, y cada uno lucha como puede para encontrar su equilibrio en este caos momentáneo.

Son muchos los viajeros que han tenido que aplazar de manera indefinida sus viajes soñados, no sabemos cuando tendremos ocasión de volver subir a un tren o de coger un avión, de visitar aquella ciudad largo tiempo esperada o de nadar en aquellas aguas cristalinas sobre las que hemos fantaseado tantas veces.

Lo que si sabemos es que mientras ese momento llega, siempre podremos recurrir a la inefable imaginación, recorrer nuestros lugares favoritos, esos destinos que tan felices nos hicieron; y si nos esforzamos mucho hasta podremos sentir el olor de aquel café inconfundible de la pequeña calle romana a la que en cuanto podamos pensamos volver.

#yomequedoencasa

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1 comentarios

Lola 26/03/2020 - 13:35

Olivia, que regalo leer tu artículo en estos dias que nos han tocado vivir, ha sido como un soplo de aire fresco en tiempos de confinamiento. Muchas gracias por abrirnos esa ventana a la imaginación y, durante unos minutos, hacernos volar lejos…

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