A tan solo 40 minutos en coche de la población costera de Santa Barbára encontramos un pequeño pueblo fundado íntegramente por una comunidad de origen danés, Solvang. En él habitan unas 5.000 personas de las cuales muchas resultan ser antepasados de las primeras familias danesas que decidieron probar suerte en el continente americano.
Fue fundado en 1911 y gran parte de sus edificios e infraestructuras son de estilo arquitectónico danés. Paredes de colores, madera como uno de los principales materiales de construcción e incluso una réplica de la sirenita de Copenhague que hará que te traslades a Dinamarca al recorrer sus coloridas y animadas calles.
Por supuesto, no falta la repostería y pastas típicas, cervecerías, restaurantes, librerías con diversidad de libros en danés e incluso los ya conocidos molinos. En las tiendas de souvenirs, la bandera danesa, la cerámica y la artesanía llegan a substituir los llaveros con motivos de California, gorras, banderas y postales de Estados Unidos. Sin duda, nos encontramos con un escenario poco común y único en el que sus habitantes han ido creando un espacio propio conocido también como la pequeña Dinamarca.
Pero…¿cómo comenzó todo? La historia se remonta a mitad del siglo XIX y principios del siglo XX cuando un número considerable de daneses decidieron surcar los mares rumbo al continente americano con la esperanza de conseguir un futuro más próspero. En aquel entonces, la situación económica de Dinamarca no era la mejor y muchos decidieron probar suerte en las zonas de interior como Utah, Illinois o Nebraska. Poco a poco se fueron moviendo hacia la costa oeste hasta fundar Solvang.
En sus inicios, el pueblo de Solvang no destacaba por su arquitectura ya que se construyó conservando los mismo estándares que los pueblos vecinos. Fue después, hacia 1940, cuando los edificios se comenzaron a adaptar y las nuevas construcciones se edificaron siguiendo el estilo más danés.
Su localización es todo un privilegio y así lo reconocieron varias de las visitas que efectuó la corona danesa a lo largo de los años. La primera visita llegó en 1939 cuando el príncipe Frederick y la princesa Ingrid conocieron Solvang por primera vez y la segunda llegó 21 años más tarde, en 1960, cuando la princesa Margrethe realizó un tour por los lugares más destacados. Se dice que quedó tan fascinada y sorprendida que decidió volver en 1976 cuando ya había sido proclamada reina de Dinamarca.
Ubicado en el Valle de Santa Ynez y rodeado de viñedos, campos, cultivos y buen clima dispone de multitud de alternativas tanto para sus habitantes como para los visitantes que se animan a conocer la zona. Entre las principales atracciones encontramos una cata de vino al rico sol, visitar las innumerables galerías de arte que están distribuidas por todo el valle, conocer un mercado local y descubrir sus productos más frescos, visitar alguno de sus cercanos ranchos y realizar una excursión a Los Padres National Forest.
Los Padres National Forest se extiende a lo largo de todo el sur y centro de California. Es un extenso bosque en el que realizar excursiones, conocer la fauna y flora o pasar el día al aire libre rodeado de cadenas montañosas y ríos.
Si aún se dispone de más tiempo, ir a conocer el vecino pueblo de Santa Ynez es otra de las opciones. Nombrado como “pueblo cowboy” o “del oeste” es una población en la que el tiempo se ha detenido por completo y donde observar construcciones originales de finales del siglo XIX. Tomar una copa en el Saloon, hospedarse en una posada, aprender en su museo histórico o pasearse por sus calles es todo un lujo.
Solvang dispone de todos los ingredientes para ser la escapada de fin de semana perfecta y una muy buena alternativa con la que conocer otras zonas del estado de California. Su ubicación la convierte en el destino perfecto tanto si vienes desde Los Ángeles o San Francisco y la especializada oferta gastronómica hace que cada vez sean más los paladares que le dan una oportunidad a los platos daneses. Sea cual sea la razón que más te haya llamado la atención, queda claro que se trata de un lugar que bien merece una visita.
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