¿Urbe o Isla?

por Valentina Ducati

Esta mañana mientras me deleitaba con una buena taza de café mirando las impresionantes vistas que me regala la terraza de casa cada día, escuchaba el sonido de las gaviotas revoloteando alrededor mío. De repente, me teletransporté a ese lugar que tanto adoro: Formentera.

Y ahí estaba yo, con mi zumo de naranja, mi capuccino y mi brioche en Ca na Pepa disfrutando de una perfetta colazione en el pueblo de Sant Francesc, visualizando como iba a ser el día, no podía ser de otra manera, perfecto…

Tras este magnífico comienzo de mañana, no se me ocurre mejor manera de reposar este desayuno que caminar un poco por el pueblo y visitar esas tiendas con encanto. No logro resistirme a entrar a Sic Volo, ¡lo quiero todo! sin olvidarme de Vintage, Full Moon, Mundo Insolito, etc. ¡Uf! ya estoy cansada, creo que es hora de marchar a la playa a relajarme.

Mientras me dirijo al coche me viene de nuevo esa pregunta que tantas veces me he hecho, ¿cómo puede ser que lleve tan poco tiempo en esta isla y me sienta como en casa? No es la primera vez que tengo la sensación de que quizás, en otra vida, he vivido en este pequeño rincón de la geografía Balear.

Estoy indecisa, ¿dónde paro a tomar el sol?, ¿en S´Espalmador, Ses Illetes, Mitjorn, platja de Llevant, Cala Saona? ¡Ya lo tengo! Sin duda en mi favorita, Es Caló des Mort, donde después de disfrutar de esas aguas cristalinas podré deleitarme con un buen bocadillo en el “Bartolo”.

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Continuo en mi isla, todavía no quiero volver a la ciudad, así que decido hacer un poco más de ruta, pongo rumbo dirección Es Cap de Barbaria y el Pilar de la Mola, dos increíbles lugares donde poder desconectar con algunas de las mejores vistas de Formentera y de paso, como no, aprovechar para comprar algo en el mercadillo de éste último.

El día es demasiado perfecto, no puedo ser más feliz, o sí… completándolo con una puesta de sol; podría ir a tantos sitios que comienzo a pensar donde estuve los días anteriores para descartar: Piratabus, Café del Lago, Mitjorn… Finalmente me voy a Cala Saona, que con un mojito en mano se disfrutará todo más.

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Es momento de silencio, no hay palabras para describir este instante tan mágico, una vez más los atardeceres de la isla no defraudan, así que, qué mejor manera de acabar el día que ir a cenar algo en cualquiera de los tantos sitios que nos ofrece Formentera: Restaurante Sol, Es Molí de Sal, Can Dani, Macondo, ChezGuerdi, Fonda Pepe, Can Rafalet, Café Miranda, Juan y Andrea, etc. Después de saciar mi apetito, obviamente no me puedo ir a dormir sin pasar por Blue Bar, Lucky o La Pineta. En cualquiera de ellos encuentro ambiente de todas las nacionalidades… pero sobre todo italiana.

Ya es hora de ir a dormir, por supuesto no puedo alojarme en otro sitio que no sea en el hotel “Blanco”, no solo es un hotel de diseño el cual te transmite paz y armonía sino que la amabilidad de su personal, una vez más, me hacen sentir como en casa.

Ahora sí, ya puedo despertar felizmente y volver de nuevo a mi gran ciudad… Barcelona. Lugar que también me enamoró en su momento. La verdad es que me siento afortunada al despertarme cada día en la mejor ciudad del mundo, aunque a veces tengo ese gran dilema en mi cabeza: ¿urbe o isla?

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1 comentarios

Manollo 22/10/2015 - 22:28

Me encanta como escribes Valentina, el año que viene iré a Formentera y espero conocer alguno de los lugares que comentas en el post.
P.D: me encantas las fotos.😉

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