Viajar y comer, comer y viajar… La gastronomía suele ser una parte importante del viaje, a través de la comida podemos conocer buena parte de la identidad cultural de un país, la cocina es historia y tradición pero sobre todo disfrute. Mientras llega el momento de volver a revolotear libres por el mapa, os propongo mi selección de deliciosos postres europeos y las ciudades perfectas donde probarlos.
Tarta Tatin – Estrasburgo
Inaugura esta lista un clásico de la cocina francesa, la tarta Tatin. Tiene la masa en la parte de arriba y se creó por accidente en el Hotel Tatin en 1889. Hay varias versiones del origen de esta tarta pero la más extendida es que una de las cocineras se despistó y las manzanas que estaba preparando se hornearon demasiado así que decidió poner masa encima para no desperdiciarlas.
La receta original es con manzana pero también se prepara con peras, ciruelas, melocotón… La ciudad elegida para degustar esta delicia es Estrasburgo, al norte del país y en la frontera con Alemania, esta ciudad parece sacada de un cuento con casitas de colores. No te pierdas las vistas panorámicas al Rin, la Catedral o la Casa Kammerzell.
Sericaia – Évora
Hay vida más allá de los Pasteis de Belem en la gastronomía portuguesa … y ¡qué vida! La Sericaia es un bizcocho a base de leche, canela, huevos, harina y azúcar, pero si estás pensando que es la típica receta de tu abuela quítatelo de la cabeza, este postre se hornea en cazuela de barro y su esponjosidad es de otro mundo. Es un dulce típico de la región del Alentejo así que mi opción de viaje es la bonita Évora, una ciudad monumental, declarada Patrimonio de la Unesco en 1986.
Te sugiero que recorras su casco antiguo visitando lugares como la catedral, la iglesia de San Francisco o el Templo de Diana y cuando necesites un alto en el camino siéntate a tomar una copa de sus afamados vinos considerados de los mejores del país.
Tarta Linzer – Innsbruck
Aunque el dulce austríaco más famoso es la tarta Sacher, mi corazón y mi estómago prefieren claramente la tarta Linzer. La base de esta tarta es una masa con ralladura de limón y frutos secos molidos que se rellena con mermelada de grosella, ciruelas o frambuesa y se tapa con más masa formando un bonito enrejado.
Una delicia no tan empalagosa como la Sacher y mucho más crujiente. Aunque es originaria de Linz, mi propuesta de ciudad es Innsbruck: la capital del Tirol es una preciosa ciudad rodeada por los Alpes, perfecta para practicar deportes de invierno pero también para los amantes del senderismo en primavera y verano. No te olvides de recorrer su pequeño pero coqueto casco antiguo y entrar en la catedral.
Crumble – Edimburgo
Si algo hacen bien los británicos es la repostería, su recetario dulce cuenta con numerosos platos y el crumble es uno de los clásicos. Como tantas recetas a lo largo de la historia, surgió de la necesidad en la época de racionamiento impuesta por los británicos durante la Segunda Guerra Mundial. Se prepara mezclando la fruta de temporada junto a una capa de harina, azúcar y mantequilla desmigada. Se hornea y el resultado es un delicioso pastel con un interior tierno y una capa dulce y crujiente.
Mi sugerencia para degustar el crumble es una escapada a la maravillosa Edimburgo. La capital escocesa es una ciudad montañosa llena de jardines y edificios neoclásicos, su castillo es una visita imprescindible y además de la zona antigua, la parte nueva de la ciudad y la costa también son lugares que no puedes perderte.
Papanasi – Bucarest
Este dulce típico de Rumanía está en la carta de postres de todo restaurante que se precie y es una masa frita de consistencia algo más densa que la de un buñuelo y coronada con crema de queso y mermelada de frutos rojos. Una bomba deliciosa apta para combatir los duros inviernos del país. Para probar el Papanasi yo cogería sin dudarlo un avión a Bucarest, una capital europea aún poco explorada donde todo aquel que va se sorprende para bien.
La llaman la París del Este y el centro está lleno de edificios preciosos por todas partes. Una buena idea es recorrer la Avenida Victoria, la arteria principal, hasta que te vayas encontrando con museos, catedrales, antiguos hospitales, el edificio de la banca… la lista es tan larga que necesitarás al menos tres días para ver bien la ciudad.
Cannoli – Palermo
Estos dulces típicos de Sicilia harán las delicias de los paladares más exigentes, ya que aunque se elaboran con masa frita, no resultan un bocado pesado sino ligero y delicado. A la masa se le da forma de tubo y se rellena con queso ricotta al que se le pueden añadir infinitos ingredientes como trocitos de pistacho, agua de rosas o marsala.
El mejor destino para degustar los Cannoli será Palermo, la capital siciliana, una ciudad con monumentos preciosos, mucha cultura de mercado y de comida callejera y unas playas espectaculares. Puede ser un buen campo base para recorrer la isla con todos sus encantos. Allí llegarás por las fotos y te querrás quedar por la gente.
Semla – Estocolmo
Es un bollo dulce que va relleno de una mezcla de nata y pasta de almendras y espolvoreado con azúcar y canela. Es típico de los países nórdicos y recibe diferentes nombres según el país donde te encuentres. La tradición es acompañar el pastelito con un tazón de leche caliente así que es un desayuno perfecto. Mi consejo es que vayas a Estocolmo para darle un buen bocado (¡o varios!) a esta receta dulce.
Estocolmo está construida sobre distintas islas que están comunicadas por muchos puentes, la zona antigua, Gamla Stan, es una de las más bonitas y coloridas; además, coger el metro se convierte en actividad obligatoria en una ciudad donde la mayoría de las paradas están decoradas con obras de arte. El Palacio Real y la Catedral de San Nicolás son otros puntos de obligada visita.
La lista es larga y mi apetito no tiene fin pero estas siete opciones se encuentran entre mis favoritas. En cada ciudad encontrarás una buena receta dulce que degustar, no importa donde vayas. Y tú ¿dónde viajarías para probar la repostería típica?
1 comentarios
Estupenda tu labor de informacion.