Hoteles de ensueño

por Olivia Oporto

Siempre me ha gustado la vida de hotel, me podría pasar horas y horas en el “lobby” de cualquier hotel grande viendo pasar gente y – lo confieso sin sonrojo – escuchando partes de algunas conversaciones que me ayudan a componer el relato de lo que hace cada persona en ese mismo lugar.

De hecho una de las cosas que siempre me ha atraído de las ciudades norteamericanas es la manera en la cual la vida de hotel no se limita solo a los turistas,  sino que muchos de los bares de los hoteles más “chic” están perfectamente integrados en la vida de los habitantes de la ciudad como un habitual punto de encuentro. Afortunadamente en los últimos años se trata también de una tendencia al alza en muchas de nuestras ciudades, donde sobre todo las terrazas han sabido rentabilizar al máximo su privilegiado enclave para convertirse en imprescindibles de la noche en muchas capitales de nuestro país. Yo personalmente adoro la del Hotel Oscar en Madrid, donde por cierto tuve ocasión recientemente de conocer a un encantador Frank de la Jungla, quien prometió que intentaría compartir alguna de sus aventuras con Magellan. Frank no te olvides!!!

Durante mis viajes por el mundo ha habido algunas ocasiones en las que fascinada por mi amor al séptimo arte he querido alojarme el algunos de los hoteles que me habían enamorado al ser escenario de grandes películas. Sin lugar a dudas uno de mis sueños cumplidos en este sentido fue el de poder alojarme en el bellísimo, elegante, único e irrepetible Hotel Plaza de Nueva York. Solo cruzar el umbral de la puerta de entrada ya daba la impresión de entrar en otro mundo. Todo en el hotel Plaza era superlativo. La decoración, el exquisito servicio, el lujo, los albornoces más suaves que yo he disfrutado en mi vida, y ese celebérrimo Oyster bar en el que me limité a tomar una copita pero que disfruté enormemente, rodeada de elegantes neoyorquinos que seguramente pasaban sus fines de semana en los Hamptons o veraneaban en Martha’s Vineyard.

Reconozco que la habitación del Plaza con su decoración algo rococó en la que predominaba el color amarillo intenso no es ni de largo la más bella habitación en la que yo he dormido, pero si es verdad que su “glamour” y la historia del edificio y salones hacía que los sueños entre esas paredes fueran mucho más dulces.

Otro de los lugares que durante años deseé conocer era el famoso hotel St. Gregory de la antigua serie televisiva “Hotel” y que tenía como escenario el hotel Fairmont de la bella ciudad de San Francisco. En contraposición con la decoración más recargada y suntuosa del Plaza, el hotel Fairmont se caracterizaba por una elegancia mucho más moderna y objetivamente era un lugar mucho más funcional que el alojamiento neoyorquino. La espectacular e impoluta fachada blanca del edificio es realmente majestuosa y yo recomiendo pasar por su bar a degustar un cocktail cuando el sol empieza a ponerse sobre la maravillosa ciudad de las calles empinadas.

beverly (BHCVB)

Otro de los hoteles en los que no me alojé pero que tenía que visitar si o si durante mi recorrido por California era el famosísimo Beverly Wilshire Hotel , escenario de una de las que para mí es una de las películas más románticas de la historia del cine: “Pretty Woman”. Fue muy divertido recorrer las tiendas de Rodeo Drive y acabar tomando un café en el bar del maravilloso Beverly Wilshire mientras deseaba ardientemente que en un momento u otro Richard Gere asomará su cabeza por la recepción….cosa que evidentemente no sucedió.

Caesars Palace2

Y acabando con mis singulares hoteles americanos uno de los más increíblemente “kitch” de los lugares que yo he disfrutado en mi vida, es sin ningún género de dudas el arrebatador e inigualable Caesars Palace de las Vegas. Un verdadero parque de atracciones en el que cuando entras te parece que no puede ser verdad lo que estás viendo. Un mostrador de recepción prácticamente rodeado de mesas de juego y de inacabables hileras de máquinas tragaperras, con su habitual y antipática musiquita como única banda sonora llenándolo todo. Recuerdo que mientras hacía cola para el momento del check-in miraba asombrada a mi alrededor y no podía dejar de reír ante aquella especie de locura colectiva que era aquel gigantesco, asombroso y recargadísimo hotel cuyo fundador quiso dedicarlo a la figura de Julio Cesar, quien si algún día levantara la cabeza seguro que la volvería a dejar caer sin dudarlo ante un “homenaje” tan sumamente discutible.

1 comentarios

Alejandra 15/05/2016 - 21:14

Me encantan tus relatos Olivia!!!! Es viajar con la imaginación a todos y cada uno de los fantásticos lugares que describes. Muchas gracias por compartir tus experiencias!

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