5 rutas otoñales por la montaña de la cantábrica leonesa

por Redacción

Con la llegada del otoño, la Montaña Cantábrica Leonesa es el escenario perfecto para dejarse cautivar por la explosión de tonos rojizos, ocres y amarillentos que transforman el habitual manto verde de montañas –algunas con más de 2000 metros– y valles. Arropado por esta naturaleza excelsa, el viajero hallará un valioso patrimonio cultural, con conjuntos históricos y amurallados, santuarios, castillos, castros, brañas, cuevas, yacimientos arqueológicos…

Y como guinda, para reponer fuerzas, el regalo de una gastronomía de arraigo, con productos que son fiel reflejo de esta tierra leonesa. Hoy proponemos cinco rutas para descubrir y disfrutar de la más pura esencia montañera de la provincia de León.

Puerto de Leitariegos

Valles del Curueño y del Torío

Uno de los recorridos más sugestivos de la zona central, a través de los valles de estos dos ríos. Cruza un macizo calcáreo y accede a los puertos de la cordillera Cantábrica, con sus bosques y amplios pastizales. Durante la ruta también se visitan pueblos singulares de montaña como Valdepiélago, Lugueros, Cármenes o Vegacervera. Aquí se celebra cada segundo domingo de noviembre la Feria de la Cecina de Chivo, uno de los productos agroalimentarios más valorados de la Montaña Cantábrica.

Otra de las joyas naturales es la Cueva de Valporquero, una obra de arte geológica del subsuelo donde admirar formaciones de estalactitas y estalagmitas de formas diversas. En su exterior está el mirador de La Atalaya, con excelentes panorámicas. La ruta pasa también por el Puerto de Vegarada, destino estival de rebaños trashumantes y punto de acceso a la estación de esquí de San Isidro, en la zona de Riopinos, y por Hoces de Vegacervera, una de las mejores gargantas en las que el agua y el viento crean la sinfonía perfecta.

Peña Ubiña

Valles del Bernesga y Luna

Esta ruta propone un sugerente viaje por los valles de ambos ríos, entre zonas montañosas. Son tierras de contrastes, que se perciben en cada mata arbolada, y con una dilatada presencia humana, desde el Neolítico hasta nuestros días. La ruta pasa por el Santuario del Buen Suceso, del siglo XVIII, y por La Pola de Gordón, zona minera carbonífera.

Un alto en el camino en Ciñera permite visitar el Faedo, un bosque de hayas centenarias que se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga, y las Hoces del Villar, por las que antaño bajaban a trabajar a las minas los vecinos del valle del Torío.

El pueblo de Villamanin de la Tercia destaca por su Museo Etnográfico y prosigue hasta el famoso puerto de Pajares, con espectaculares vistas panorámicas. Muy cerca está la Colegiata de Santa María de Arbas antes de adentrarnos en el valle del mismo nombre, presidido por la mole caliza de las Tres Marías. La ruta concluye en Los Barrios de Luna, lugar de relevancia internacional por su geología –que explica cómo se formó la cordillera Cantábrico–, además de contar con un interesante Museo del Pastor.

Torrestío

Luna y Babia, tierra de pastores trashumantes

Recorrido por el Parque Natural de ambos valles, declarados Reserva de la Biosfera. Una ruta tranquila, donde el paisaje es su mayor atractivo, sin desmerecer coquetos pueblos de montaña, bosques singulares y tradiciones ancestrales. Uno de estos pueblos es Caldas de Luna, encajado entre montañas, que cuenta con el único balneario activo de la Montaña Cantábrica Leonesa.

Tras pasar por Sena de Luna, con sus casas de piedra caliza, se llega a Babia, la tierra soñada por los pastores trashumantes… y por los reyes asturianos, que acudían allí a descansar y desconectar. De ahí el famoso dicho estar en Babia.

San Emiliano es famosa por su feria ganadera del caballo hispano-bretón y cuenta la tradición que Babieca, el caballo del Cid, era originario de estas montañas. Otras dos paradas obligadas son Torrestío, con sus llamativos hórreos, y el Puerto de Ventana, por sus vistas panorámicas, antes de llegar al final de la ruta, en Riolago de Babia, con sus bellas casas de piedra y el palacio de los Quiñones, convertido ahora en la Casa del Parque Natural de Babia y Luna.

Panorámica Caboalles de Abajo

Valle de Laciana y Babia

Ambos valles, ubicados en la zona occidental de la Montaña Cantábrica Leonesa, coinciden solo en la característica geológica de sus magníficos paisajes modelados por el hielo… pero poco en sus formaciones vegetales. La ruta arranca en la villa minera de Villablino desde donde acceder a dos puertos emblemáticos: Leitariegos y Cerredo.

El primero ofrece imponentes vistas sobre Laciana y sobre la vecina Asturias, además de acoger las instalaciones de una estación de esquí y de montaña. Otra villa minera es Caboalles de Arriba, que también alberga el Centro del Urogallo, para conocer esta emblemática especie, y un juego tradicional, el pasabolos (modalidad local de los bolos).

Otro pueblo digno de visita es Sosas de Laciana, que conserva una lechería, donde se transformaba la leche obtenida en sus brañas, y un gran castro el de La Zamora. Remontando el curso del río Sil se llega al puente de Las Palomas, desde el que admirar la profunda entalladura del mismo, con caída de 80 metros. A continuación, en Piedrafica, llama la atención su pinar. La ruta, camino del Puerto de Somiedo –que conecta con Asturias– concluye en La Cueta, famosa por sus tres barrios, y Babia, con su lago y su torre.

Omaña

Valle de Omaña

Permite admirar uno de los valles más bellos del noroeste leones y que mejor conserva su sabor tradicional. Los romanos calificaron a los lugareños como homines manium (dioses infernales) por su carácter indómito y resistencia tenaz a la romanización… y ciertos autores consideran que este apelativo dio nombre al río y a su valle.

Riello es conocida por su carnaval, con una mascarada ancestral denominada Zafarronada de Omaña. Siguiendo ruta merece la pena hacer un alto en el camino para visitar la Ermita de Nuestra Señora de Pandorado y del Castillo, con las ruinas de una vieja fortaleza junto a la que creció el pueblo. Desde él puede subirse al mirador panorámico de la montaña Cueto Rosales.

En el Valle de Fasgar los romanos buscaron oro y trazaron calzadas y puentes, como el de Murias de Paredes. Desde allí se accede al puerto de la Magdalena, donde alternan prados de siega y pastizales. Ya en Trascastro encontramos las restos de un castillo en el que todavía se aprecian restos de su torre y vestigios de algunos paredones y muros. Por La Garandilla pasa un ramal del Camino de Santiago que transita por el valle de Samario. Esta ruta concluye en Las Omañas, donde los romanos explotaron numerosas minas de oro, destacando la gran mina de Las Médulas.

Más información: www.turisleon.com

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