Nuevos países, nuevas gastronomías

por Gonzalo Paraíso

Siempre que me voy de viaje, antes de partir, me gusta empaparme de la cultura y de las costumbres del país que visito. Pienso que es la mejor forma de empezar el viaje, leer a grandes rasgos cual es su historia, escuchar alguna música popular, investigar sobre la oferta cultural (museos, teatros, etc.) y por último, pero no por ello menos importante, cual es la comida típica del país en cuestión, conocer en que basan su gastronomía y, evidentemente, encontrar los lugares donde comer buena comida local.

Hasta este momento, puedo decir con una gran sonrisa que ha sido un año muy viajado, cosa que me ha permitido conocer nuevos lugares y profundizar en algunos de los que ya conocía, lo que se traduce en nuevas gastronomías, que es de lo que les hablo hoy.

El año empezó con una escapada de fin de semana a Valencia en la que tuve la gran suerte de conocer 3 nuevos lugares que me permitieron conocer desde la gastronomía valenciana más actual en Habitual de Ricard Camarena, pasando por las míticas paellas de Casa Carmela y terminando en el viaje temporal por la gastronomía de la región en Sucede, la casa de Miguel Ángel Mayor Moyano (quédense con el nombre).

El verano fue la oportunidad de profundizar en la gastronomía y vinos italianos durante la primera semana de vacaciones, concretamente en los de la Toscana, como aquellos maravillosos espaguetis con aceite, ajo y tomate cocinados en casa, o las interminables tablas de quesos junto a las innumerables copas de vino y el resto de platos de pasta y copas de tiramisu que probé durante aquella semana. Como dijeron una vez por aquí, Spensieratezza en estado puro.

La segunda semana, fue el descubrimiento de los ya inolvidables pescados portugueses, todo el peso ganado durante una semana de pasta, queso, tiramisu y vino en Italia, desapareció la siguiente gracias a la gastronomía marina del Algarve y Lisboa, todo empezó con la dorada a los pies de la playa de la Albufeira, continuó con el pulpo a la brasa en Carvoeiro y terminó con la merluza de Pap’Açorda en Lisboa (de visita obligada si viajan a la capital portuguesa).

Y septiembre sirvió para conocer la gastronomía Polaca, gastronómicamente hablando, este viaje estuvo al nivel, si no por encima del fin de semana en Valencia. Fue una explosión de sabores, no había nada que no estuviese rico, que no tuviese un sabor increíble, se quedaron en mi memoria los pierogi caseros, la sopa de remolacha con orejas (una especie de ravioli relleno de carne), la panceta cruda con pepinillos, el oscypek con bacon en Cracovia, las patatas con queso o aquel arenque marinado en la plaza mayor de Wrocław, pero sin duda, el plato del viaje fue el pieczonki, una olla cerrada llena de patata, zanahoria, remolacha, cebolla, panceta y kielbasa (una especie de salchicha polaca), todo cubierto con hojas de col y puesto sobre un fuego al aire libre. Si visitan Polonia o conocen a alguien allí, vayan urgentemente a probarlo.

Como pueden ver, esta siendo un año viajado, nuevos lugares, nuevas culturas y nuevas gastronomías, la verdad es que no se me pasa por la cabeza quejarme ni un poco. A todos los que lo habéis hecho posible, muchas gracias. ¿Lo mejor? Que aún quedan 2 meses y medio por delante.

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1 comentarios

Agnieszka 17/10/2017 - 23:37

Thanks for linking to my pieczonki recipe! 🙂 Not sure if your readers will able to understand it if they visit my blog (as it’s in Polish) but I appreciate! 🙂 And I am glad you enjoyed polish food!

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