¡Me lo imaginaba más grande!

por Olivia Oporto

Hace algunos años había una serie cómica protagonizada por el grupo de teatro “Dagoll Dagom” que reunía a un grupo muy heterodoxo de viajeros que recorría Europa en autocar. Entre los variopintos personajes que formaban la comitiva había una turista que todas y cada una de las veces que llegaban a un nuevo destino siempre mostraba su amarga decepción soltando desilusionada un: “¡me lo imaginaba más grande!”, ante cualquiera de los símbolos más famosos de la ciudad visitada. Ya podía ser el Manneken Pis, la Torre Eiffel, el Coliseo, el puente de Rialto, la sirenita danesa o el mismísimo Partenón.

Hace unos días cuando un amigo me explicaba su fascinación antes las maravillosas cataratas de Iguazú yo recordé el primer día que vi las cataratas del Niágara en su lado americano, y que lo primero que dije fue: “me las imaginaba más grandes!!!”. Seguramente los lugares que hemos visto una y mil veces en la televisión o el cine los reconstruimos en nuestra fantasía de una manera más espectacular y en ocasiones la realidad no consigue superar a la ficción. Mi primer impacto visual con las cataratas fue llegando en autocar a la zona y tras atravesar un puente recuerdo las palabras de la guía diciendo: “y a vuestra izquierda las cataratas”, y yo pensé pues lo dicho, que esperaba otro tipo de emoción. He de confesar en cualquier caso que una vez en el barco que recorre las cataratas por debajo de la caída del agua y disfrutando de un paisaje espectacular la perspectiva del lugar cambia bastante, pero si que es verdad que cuando recuerdo el momento me ha quedado grabado ese punto de desilusión.

Algo así me pasó también la primera vez que vi la escultura de la Pietà de Michelangelo que a fuerza de haber estudiado en los libros, y haber contemplado en multitud de imágenes creía que sería una figura con una altura y un tamaño mucho más considerable. Supongo que el hecho de que se encontrara tras el cristal, la hacía parecer aún más pequeña y menos intensa a ojos del visitante. Aún así la sigo encontrado maravillosamente bella.

rockfeller center

La misma impresión tuve con el cuadro de los Girasoles de Van Gogh, o con la celebérrima Gioconda, o con la pequeña Dama de Elche. Otro puntito de decepción fue la pista de patinaje del Rockefeller Center en la que había patinado con la imaginación multitud de veces gracias a centenares de películas y que una vez vista “in situ” no parecía tan espectacular ni tan inmensa como en mis sueños.

En cualquier caso creo de que todos los lugares viajados, y a pesar del Rockefeller Center, es Nueva York, con diferencia, la ciudad que yo he visitado en la que los lugares son lo más parecido a lo que tenía en mente. En mi primer viaje recuerdo a la perfección que lo primero que dije fue: “es exactamente igual que en las películas”. De hecho no hay ningún sitio que yo haya visto en la gran manzana en el que dijera “me lo imaginaba más grande”, allí cualquier sitio soñado era el doble de inmenso en la realidad.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Deja un comentario

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies