¿Eres carnavalero?

por Olivia Oporto

Y casi sin darnos cuenta hemos dejado atrás los turrones y árboles de Navidad para plantarnos de lleno en febrero, momento de carnavales, disfraces y locura pasajera (muy necesaria en los tiempos que corren).

Yo, lo confieso, no he sido nunca muy carnavalera y sin embargo en muchas ocasiones he estado rodeada de verdaderos locos de esta fiesta de desenfreno, música y disfraces para todos los gustos. En una ocasión un grupo de amigos consiguió vencer mis reticencias y me convencieron para emprender un larguísimo viaje Barcelona – Venezia para dejarnos llevar por la magia del carnaval de los carnavales. Cuando faltaban 48 horas para la “ansiada” cita una imprevista nevada (en aquellos años no teníamos el iPhone a mano que nos informaba del clima en Papua Guinea a cada segundo…) bloqueó las carreteras en la zona del Veneto y fue imposible hasta subirse al autocar. Y yo que me fio mucho de las señales pensé que lo que había pasado no hacía más que rubricar que el carnaval no es lo mío.

Ahora bien tengo que admitir que cada vez que veo las imágenes del Sambódromo del Marqués de Sapucaí de Rio de Janeiro pienso que tiene que ser un espectáculo realmente brutal y que si no fuera porque odio las aglomeraciones tiene que ser una experiencia que habría que vivir una vez en la vida. Otro de los carnavales de los que mis amigos italianos hablan maravillas es el que llena de vida y color las calles de la ciudad costera de Viareggio. Es verdad que compartiendo país con el carnaval veneciano pues siempre ha quedado un poco eclipsado por la sombra alargada del “hermano mayor” pero la verdad es que todos los que han disfrutado de la fiesta en la ciudad toscana han quedado gratamente sorprendidos.

Echando la vista atrás he recordado que otra de las veces en las que no pude resistirme a la pasión carnavalera del entorno acabé en el célebre carnaval de Ivrea, una pequeña y bella localidad del Piemonte, que es famosa en el mundo por su batalla de las naranjas. Si el carnaval de por sí no ejerce una gran fascinación en mi persona, cuando el acto central del mismo es una batalla impresionante a base de naranjas, (teniendo el cuenta que por el frio del lugar hablamos de naranjas casi congeladas), pues para que contaros. Recuerdo haber escuchado historias de participantes que habían perdido un ojo por un naranjazo mal recibido, o de lesiones y morados casi permanentes por el golpe de la deliciosa fruta mediterránea. Sin palabras…Mi nivel de stress me llevó a refugiarme en una portería hasta que la última de las naranjas cruzó la plaza del pueblo. Un momento muy salvaje, y todo un riesgo caminar por encima de las pieles de las naranjas chafadas y heladas. Eso si en honor a la verdad tengo que reconocer que pocas veces he visto a un pueblo más entregado y apasionado ante una de sus tradiciones como vi en Ivrea, y a pesar del momento “naranjazo” fue todo un lujo disfrutar de la belleza del lugar y sus paisajísticos alrededores y de la hospitalidad de sus gentes.

Yo de momento seguiré disfrutando de los impresionantes desfiles de la bella y cercana población de Sitges, que alcanza su punto álgido con una rúa bien llamada “La Rua del desenfreno” y que llena a la localidad costera de una fiesta y locura inigualables.

Y para los que seáis carnavaleros de verdad y améis las mascaras, y los disfraces, y la locura y el desenfreno y queráis gozar de la fiesta veneciana al menos una vez en la vida, os dejo el enlace del abarrotado calendario de eventos, desfiles y fiestas que llenan la ciudad de los canales desde este mismo fin de semana. Y la verdad es que viendo algunas de sus imágenes casi, casi… http://www.carnevale.venezia.it/eventi/

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